miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los Indignados como Organización Política:


Liderazgo del Siglo 19.

Para nadie resulta extraño que se señale que estamos en una profunda crisis política y de liderazgo en el mundo (hay quien señala que siempre estamos en crisis), reflejada, entre otras cosas, por la falta de escucha de los políticos de la realidad y del cambio que se está dando en la sociedad planetaria y cuya manifestación más relevante ha sido el movimiento de protesta que se ha diseminado por el mundo y la aparición una disidencia radical en contra del "status quo".

La primera manifestación en contra de las clases políticas tradicionales es la protesta. Lo peligroso ha sido que de la protesta ahora se está pasando a un sistema de organización radical, en algunas oportunidades con fuerte acento ideológico o sustentadas en un fundamentalismo religioso. Esto ha resultado así porque el discurso de los que protestan o se han declarado como indignados está basado en un nuevo paradigma que es el de la anti-política.
No se puede construir nada nuevo y beneficioso desde el solo cuestionamiento del que ostenta el poder y que ser "anti algo" sea lo que no une y no desde una visión compartida y un mecanismo participativo (democrático) que tenga objetivos o logros conocidos y realizables.
 No se gana nada destruyendo a una cata política si no se pretende sustituirla por otra con un paradigma distinto que la anterior. .

Soberbia sin contenidos.

Ejemplo de esto fue lo que sucedió en las recientes elecciones de España, en las que ninguno de los candidatos de los partidos mayoritarios presentó plan alguno de acción para resolver la crisis presente, y que al saberse los resultados, la calificación de los bonos españoles bajó porque los mercados tampoco percibieron ningún mensaje esperanzador. En mi juicio, los resultados solo pueden interpretarse como un voto castigo ante una pésima gestión del gobierno saliente y no como un voto a favor de alguien que propone una salida viable o creíble en el futuro cercano. En este escenario los indignados pasaron por debajo de la mesa y ni siquiera ninguno de los candidatos se molestó en conversar con estos grupos, ni mostró interés en ninguno de los planteamientos en que fundamentan su protesta.

Este inventó el modelo de los  partidos
 que hoy nos gobiernan

Los políticos y sus partidos están atrapados en el paradigma de las ideologías y las utilizan como instrumento de intolerancia hacia cualquier otro que sostenga una ideología diferente; pero en la realidad, ni siquiera creen o practican esas ideologías, sino que las usan como una máscara para justificarse éticamente, cuando en realidad viven exclusivamente para la obtención y la preservación del poder y actúan casi siempre con base a una “realpolitik” (se actúa según las circunstancias y según convenga a los fines politiqueros).

Así las cosas, se hace sumamente difícil producir un cambio del paradigma del poder y toca a la sociedad y a los ciudadanos producir un cambio político que permita el ejercicio exitoso de la política que requiere el siglo XXI, pero, para ello, debemos renunciar a nuestro paradigma de la anti-política.

Entonces ¿Cuál es el camino?

Hay que hacer un cambio radical de lenguaje. Se debe eliminar la autodefinición de “indignados” y sustituirla por otra que apunte hacia donde vamos y adonde queremos estar; que no se quede en las emociones de la rabia o en el estado emocional de la frustración o la resignación. Sugiero que pudiera auto-calificarse como Generación 21, o Movimiento 21, etc. Sería excelente usar las redes sociales para rebautizar el movimiento a nivel mundial o local.

Luego, siguiendo la doctrina del politólogo Luis Enrique Alcalá, mediante la creación de una nueva organización política con “un distinto código genético”, en la cual se establezca como fundamento valores universales como son los derechos humanos y los valores de la Cultura de Paz de las Naciones Unidas, porque el marco ideológico se agotó (no podemos seguir viviendo con modelos mentales del siglo 19) y prueba de ello es que en la Generación 21 encontramos a todo tipo de personas, con pensamientos diversos y que en definitiva exigen de la política efectividad y eficiencia para resolver problemas de carácter público.

Red Social
La organización política de la Generación 21 debe ser plana, democrática, altamente participativa y esto se puede lograr constituyéndola en una red, con células en cada pueblo o en cada ciudad. Esta red debe ser fundamentalmente virtual a través de internet y funcionar con todas las redes sociales existentes. Deben promoverse asambleas locales físicas o a través de la red, con sus respectivos coordinadores locales, que puedan elegirse por períodos cortos, de manera que se relegitimen periódicamente. Estos representantes locales convergerían en un órgano regional, nacional o internacional. 


Las redes han demostrado ser muy eficientes para convocar a las protestas, pero deben evolucionar también hacia la creación de foros de discusión de ideas, de promoción de iniciativas legislativas y soluciones a problemas concretos de carácter público y lo más importante como instrumento de formación política de sus miembros y de los ciudadanos. También puede funcionar como mecanismo de apoyo solidario a las distintas comunidades o de plataforma política en caso de protestas o para canalizar peticiones frente a las autoridades.

El manejo de la organización mediante el uso de las tecnologías de comunicación no es suficiente, porque se puede incurrir en el mismo error en el que incurren los políticos tradicionales. Se requiere que los miembros de esta nueva organización mantengan contacto personal y directo con los demás miembros locales de cada célula y eventualmente con los de otras ciudades y poblaciones y, lo más importante, no perder el contacto con la gente, con la comunidad que en definitiva es a la que se debe el político y más aún cuando está en el ejercicio del poder.

"Hemos escogido ir a la luna,
no porque es fácil, sino porque es difícil.

Este tema no resulta fácil y el éxito de una organización política está, en resumen, en una adecuada gestión ontológica que tenga un manejo y conocimiento válido de la realidad en la que actúa y sobre la cual inciden las decisiones y acciones que se ejecutan, reconociendo las necesidades más sentidas de las personas, sus valores, lo que desean conservar, etc.; una gestión de la posibilidad en la que se tenga clara mirada de un futuro posible y cautivador; y, una gestión apasionada o constante de la acción, es decir, que se tenga la competencia, la disciplina, estructura, plan de trabajo, etc., para que la posibilidad se haga realidad.

Los miembros de la Generación 21 tienen la palabra.