martes, 9 de diciembre de 2014

La Navidad Momento Estelar de la Familia:

Con la venida del niño Dios, se celebra también a la Sagrada Familia y la importancia que tiene  para la humanidad.

Los seres humanos necesitamos de la familia para sobrevivir y para nutrirnos perma- nentemente del amor, que constituye su elemento de cohesión; La familia nos permite adquirir los conocimientos elementales y básicos para nuestra vida y al mismo tiempo enriquece todo nuestro mundo emocional, que es el piso sólido para el desarrollo de la inteligencia emocional.

Por esta causa, cuando la familia se vuelve altamente disfuncional, los resultados suelen ser negativos y sobretodo los niños quedan con una carga psicológica y emocional que deben resolver a lo largo de sus vidas, no siempre con éxito.

La familia está vinculada al concepto de hogar, que es el fuego alrededor del cual se encuentran sus miembros. Pienso que ese concepto más primitivo vinculado con el sentido de pertenencia debe evolucionar de la manera siguiente: Hogar no es un lugar donde llego al encuentro de los míos,  es a quien o a quienes llego; llegamos al seno de los que amamos y nos aman, así estén presentes o ausentes, como nos pasa en este mundo de familias dispersas por el mundo.

En lo personal me siento afortunado de pertenecer, no a una familia perfecta, pero si altamente funcional, unida y solidaria.

La familia ha tenido siempre peligros a lo largo de la historia y hoy no está ajena a retos importantes, porque no es suficiente el amor para sostenerla en el tiempo, porque también es necesario que sus miembros tengan un compromiso serio en favor de ese equipo; una congruencia (ideas, emociones y acciones que vayan casi siempre en el mismo sentido) y también disponer de habilidades y herramientas favorables a la convivencia, como son el respeto una comunicación sana y la capacidad de poner sobre la mesa las diferencias con ánimo de crecer, corregir y aprender de los errores y lo más importante de perdonar.

Con mucha frecuencia se escucha decir, en cuanto a las relaciones humanas y en especial entre padres e hijos: “Más importante es la calidad que la cantidad”. Esto que en principio pudiéremos aceptar como cierto, tiene límites, ¿será una vez al día, a la semana, al mes o al año?

Lo que pienso es que el aprendizaje y la nutrición de las personas, en el sentido más amplio de la palabra, requiere dedicación y tiempo y no me refiero a lo que sería equivalente al tiempo que dedica una maestro a sus alumnos, sino a que el ser humano necesita, para su desarrollo emocional y para su aprendizaje, contacto físico con las personas que se aman; por esta razón las familias con tradiciones victorianas (limitar el contacto físico, el controlar y ocultar las emociones, evitar a toda costa situaciones de conflicto, excesiva formalidad en detrimento de la liviandad, disciplina militar, recluir a los hijos en internados, excesos en el castigo físico, etc.) generan a estas personas una carencia con la que se carga por el resto de sus vidas.

También la frecuencia permite que la trasferencia más efectiva de información se produzca con el modelaje. De ese observar las acciones, más que la retórica del deber ser, aprendemos a ser, aun cuando no tengamos la conciencia de ese lenguaje.

Esto no implica que también debe existir un compromiso de los hijos, con sus padres y sus hermanos, el deber de obediencia y respeto a los padres, el tener que soportar y cumplir los castigos que se le imponen (no resiento ningún correazo o nalgada que recibí, porque me las merecí totalmente y no tengo trauma por ello) y someterse a una disciplina que es muy útil para ser exitosos en nuestra vida de adultos. Con los hermanos, el deber de respeto, apoyo y solidaridad, el acabar con la igualdad y cambiarla por la equidad (*), que exige proteger al débil o al más necesitado, valores que construyen una relación invaluable.

Pero los padres deben sobretodo respetar la individualidad de sus hijos y permitir que se produzca el proceso de individuación (**), con el cual cada quien encontrará su propio camino en la vida, en un ambiente de preservación de la autoestima.

Hay aspectos en mi familia que me han influenciado mucho: la conciencia desde muy niño de que mis padres, a pesar de sus muchas virtudes, no eran perfectos, pero con la convicción de que hacían su mejor esfuerzo.

Siempre tendemos a achacar problemas o traumas a lo que nuestros padres hicieron o dejaron de hacer y lo seguimos haciendo, a pesar de ser adultos y con hijos propios que educar, cuando nadie ha sido educado para ser padre, más allá de la propia vivencia en un seno familiar, en mayor o menor medida disfuncional.

Esto quiere decir que todos cargamos un morral lleno de cosas buenas y mala, de buenas y malas experiencias, pero al llegar a la adultez, eso nos exige ser responsables, de tener que potenciar las cosas buenas y metabolizar, cambiar o transmutar las malas; y, si no somos exitosos, asumir nuestro barranco con dignidad y valor.

En mi familia siempre ha existido el hábito de compartir la comida; oportunidad fabulosa para conversar de cualquier tema y desde muy pequeños. Me horrorizo cuando alguien piensa que hay conversaciones que son aburridas para los niños; lo que hay es una forma de hablar desde la soberbia o desde el “Yo sé, ergo yo Soy”, que no es comprensible o aceptable para el niño. Por el contrario, cuando el foco es el niño, la conversación fluye.

Una maestra a la que quiero mucho, enseña a sus niños de pre escolar las obras de artes de pintores famosos: Gaugin, Picasso, Velázquez, Rembrant, etc. y los niños logran entender la belleza que crearon esos artistas, a disfrutarla y recrearla como ningún adulto es capaz de hacerlo, desde el asombro y la avidez.

En casa, desde pequeños, aprendimos a conversar sobre muchos temas serios e intrascendente y aprovechábamos esas oportunidades para resolver conflictos.

Nuestra cotidianidad y oportunidades de relacionarnos, se ve amenazada hoy por toda una suerte de aparatos tecnológicos, que nos acercan a personas al otro lado del planeta, pero no apartan terriblemente del prójimo, ese que estamos más obligados a cuidar y amar.  Esto ha resultado en más información y menos cultura.

Toda tecnología y avance tiene sus dos caras, el reto es hacerlos útiles y beneficiosos para la humanidad.

Hallacas de la Tribu Tambo
También las tradiciones unen a las familias y la Navidad es especial para esto: decorar un arbolito, aunque sea artificial en respeto a la naturaleza; el Nacimiento; decorar la casa; el preparar juntos las comidas de la ocasión; intercambiar regalos, que no deberían ser costosos, porque el dinero es una medida de valor, pero no de afecto; cantar villancicos; compartir los actos religiosos; disfrutar de la alegría de los niños, etc. etc.  



En alguna oportunidad me he encontrado con personas que están solas o tienen familias divididas por pleitos y problemas de todo tipo. Yo rezo por ellas para que reflexionen sin son parte de problema que los separa y crezcan para reconciliarse; y, cuando he podido les he dicho: Si la vida o las circunstancias no te han permitido tener o compartir en familia, ¡decrétala!

En la vida uno se consigue amigos, vecinos, compañeros de trabajo, una pareja, etc. con los que estamos compenetrados. ¡Piénsalos y vívelos como tu familia!

También teniendo tu propia familia lo puedes hacer y cuando pienso en esa familia grande, la casa se me llena de muchos y grandes afectos, y si insisto, sigue entrando más y más gente, porque el corazón es un infinito de amor.

En esta Navidad, nos recordamos de Jesús niño, quien vino a traernos Amor y Paz y para que hagamos lo que esté en nuestras manos para santificar a nuestras familias.

Les envío a todos mis lectores y a los que no lo son, un gran abrazo y que en estos momentos difíciles en que vivimos a nivel mundial, juguemos en serio a la familia y que en ella encontremos la fortaleza para ser felices en el abrazo y en el compartir ese amor que viene de Dios.

Le pido que en esta Navidad oremos por el papa Francisco, para que encuentre la sabiduría del Espíritu Santo y la fortaleza para atravesar el desierto que tiene enfrente.

Que Dios los llene a todos de bendiciones.

Una Canción de Navidad O Tannenbaum







Gonzalo Pérez Petersen

(*) Cualidad que mueve a dar a cada uno lo que merece.
(**) Individuación:  Según Karl Jung:
"Individuación significa llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno Mismo. Por ello se podría traducir individuación también por mismación o autorrealización.
Noto una y otra vez que el proceso de individuación se confunde con el devenir consciente del Yo, y por ello el Yo se identifica con el Sí-mismo (arquetipo central de lo inconsciente colectivo), de lo que naturalmente surge una grave confusión del concepto. Pues de este modo la individuación se convierte en el mero egocentrismo y autoerotismo. Sin embargo, el Sí-mismo comprende infinitamente mucho más en sí que un mero Yo... Es tanto uno como los otros, como el Yo. Individuación no excluye al mundo sino que lo incluye." Wikipedia.

4 comentarios:

  1. ESte es un comentario recibido de Conchita Caparrós: "Hola Gonzalo, me encantó tu mensaje y sabes me hizo recordar una vez que hice una constelación familiar y hablando con la consteladora me dijo:
    "los niños de la guerra no tienen familia....hacen su familia"
    y lo dijo porque en mi historia familiar hay personas que perdieron toda su familia
    Me sorprende cuando veo gente como tú que nombra a tantas personas...que fortuna tienes!
    un gran abrazo y lo mejor para tí y tus seres queridos
    Conchita"

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  2. Gracias Gonzalo por ser parte de mi historia... Estela

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  3. Recibido de Laly Irazabal: "Gracias Gonzalo, disfruté mucho tu escrito, de acuerdo contigo respecto al valor de la familia y la importancia del tiempo q le dedicamos y la calidad de nuestras interacciones.
    Feliz Navidad!!!"
    Laly

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  4. Gracias GONZALO , una muy bonita reflexion, igual mi deseo sincero para ti y toda la familia , los queremos y nos
    consideramos una familia paralela. Un abrazo a todos.

    José Abreu

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