lunes, 12 de julio de 2010

La Felicidad y los Factores Orgánicos.


Muchas de las manifestaciones de nuestro cuerpo afectan significativamente nuestro estado de ánimo y la actitud que tenemos en un determinado momento; hay algunas muy vinculadas a la felicidad o a la percepción que tenemos de élla.
Como sabemos cuando sufrimos algun problema de salud o una enfermedad, aunque sea leve, vemos afectado nuestro estado de ánimo y esta circunstancia puede entorpecer o impedir que realicemos nuestras actividades cotidianas.
Una gripe, una jaqueca, una rinitis, etc., pueden obligarnos a permanecer en cama sin poder hacer nada más que acudir a medicamentos que muchas veces no atacan la causa sino el efecto. También el comportamiento del metabolismo, de hormonas y otras sustancias producidas por el propio cuerpo afectan seriamente nuestro ánimo, tanto que se sabe que graves desarreglos de este orden pueden inclusive propiciar actitudes suicidas o de desorden bipolar, etc.. Hay otros ejemplos como lo son la depresión post parto y las alteraciones que se producen durante la pubertad.
En cuanto a la felicidad esto nos puede permitir entender que a lo largo de nuestra vida vamos a sufrir estados de salud que van a afectar un número importante de días de nuestra vida. En esta circunstancia, debemos aprovechar todos esos otros días en los que la salud nos favorece para aprovecharlos en la vivencia de nuestra felicidad. En los días malos hay que tener herramientas para poderlos superar de la mejor manera posible.
También esto trae como consecuencia asumir la responsabilidad de cuidar este cuerpo que nos ha sido dado, puesto que de esto dependerá la mayor o menor posibilidad de disfrutar o ser causa del disfrute de las personas que nos rodean. Seguir el consejo de Hipócrates: “Hay que escuchar el lenguaje del cuerpo”. Esto implica reconocer todo lo que nos hace daño, estar pendiente de los cambios o alteraciones que suframos y tener la decisión de consultar a los especialistas oportunamente para evitar que las situaciones empeoren. También hay que saber inculcar la prudencia en los jóvenes, quienes suelen sentirse indestructibles.
En este sentido todos tenemos una carga distinta porque cada quien tiene un legado genético que determina su expectativa de vida, tendencias a ciertas enfermedades, condiciones desfavorables para la salud, como es la propensión al sobrepeso, alteraciones de la tensión arterial, taras o por el contrario mayores defensas para algunos tipos de enfermedades y esto sin contar con problemas de tipo congénito o adquiridos por otras razones a lo largo de la vida, producto de accidentes o exposiciones o sustancias nocivas en el tiempo.
Si a esto sumamos las tendencias autodestructivas que se desatan en algunas personas que pudieran llamarse suicidas, pero que no son tan drásticas como éstas y que llevan a las personas a asumir riesgos excesivos o los que fuman, o consumen drogas o alcohol en exceso, comen demasiado o sin ninguna forma de restricción, que llevan a los extremos de solo vivir, aparentemente, para el placer (los momentos de enfermedad producto de los abusos no suelen ser tan gratos). Por algo existe la oración del bebedor: “Señor si con mi forma de beber te he ofendido, con la resaca, te pago y me quedas debiendo”.
Aquí no estoy pontificando desde la perfección porque en mi caso cuando adquiero peso de más me cuesta muchísimo encontrar la fuerza y la disciplina para restringir la ingesta y recuperar el peso normal, porque además me deleito con todos los licores que provienen de la vid y el alcohol, que constituyen una fuente demasiado fácil de energía para el organismo y por ende casi toda se convierte en grasa. No he fumado nunca y creo que tomé esa decisión porque no confiaba mucho en mi fuerza de voluntad para dejarlo y porque en mi familia ya habían fallecido 2 personas con cáncer del pulmón (no pensé que eso no me iba a pasar a mí).
El otro aspecto que afecta la salud tiene que ver con lo activos que somos, con los pensamientos que generamos y las declaraciones que hacemos, nuestra capacidad de manejar el estrés y nuestras emociones, etc. Todos estos temas los trataré por separado.
El amor nace con el amor a nosotros mismo, pero no un amor indulgente sino serio y con la importancia que debemos darle a la razón por la que estamos en este mundo y también para ayudar otros; sin un cuerpo sano no podremos ser felices ni coadyuvar a la felicidad de los demás.