viernes, 14 de octubre de 2011

Homenaje a Steve Jobs (1955-2011):

Steve Jobs como pensador.
El lamentable fallecimiento de Steve Jobs me hizo pensar mucho acerca de lo que estaba detrás de su éxito; una persona que ha producido un gran impacto en cuanto a la posibilidad de acceso a la tecnología de informática, convirtiéndola en un producto asequible a todo el mundo y convirtiéndose en un  genio del entretenimiento, en mi opinión, más trascendente que Walt Disney.

Me siento muy identificado con personajes como Steve Jobs, porque prueban con su actitud y forma de vivir que la felicidad es una realidad  y es el gran reto de todos los días .

Este personaje, que nació de una madre soltera y muy joven que tuvo que darlo en adopción, creció en un hogar de padres de limitados recursos, que con muchos sacrificios se propusieron apoyarlo para obtener una educación universitaria. Como él mismo ha señalado, abandonó los estudios tempranamente por una mezcla de desinterés en la formación universitaria y por consideración con sus padres, a quienes les había tocado hacer muchos sacrificios para pagar esa educación. Lo impresionante es encontrar una persona que en estas circunstancias desventajosas, exprese una emocionalidad en su vida que no contenga un resentimiento por su condición de adoptado y renuncie a una educación, que pudiere facilitarle su éxito futuro, para proteger a sus padres y evitar que gastaren todos sus ahorros. En una de las página de este blog, cuando escribí acerca “la felicidad y los condicionamientos”, señalé que todos tenemos una serie de condicionamientos que pueden estar dados por problemas de salud, discapacidades, la orfandad, etc., pero que no se puede vivir atribuyéndole a estas circunstancias nuestros fracasos. También dije en esa oportunidad que esto respondía a lo que se ha dado en llamar el “locus de control externo”, es decir, cuando atribuimos a hechos o circunstancias externas las razones por las cuales no hemos sido exitosos.

Luego de su experiencia universitaria se asoció con Steve Wozniak con quien, en el garaje de su casa, creó una computadora personal: la Apple II, que resultó un éxito. En poco tiempo amasaron una fortuna. Su éxito no fue atribuible a la creación de una computadora personal, sino que entendieron que cualquiera puede utilizar una computadora en su casa. Ya en esa época existían microcomputadoras, pero su uso estaba destinado a oficinas o empresa, y no al uso personal. Por supuesto, para alcanzar este nuevo mercado, idearon una computadora que era muy sencilla de manejar. Más tarde, con el primer Macitosh (1984) Jobs incorporó la posibilidad de que los caracteres fueren diversos y que las distancias entre un carácter y otro se ajustaran automáticamente al tamaño y al estilo de la letra.

Evidentemente que las grandes corporaciones reaccionaron, a este duro golpe de inteligencia y creatividad, introduciendo al mercado sus versiones de computadoras personales para todo tipo de público. Las dificultades de la empresa hicieron salir a Jobs de la misma. De allí decidió aventurarce en otro mundo totalmente distinto, que fue el de la animación por computadoras, desde una empresa llamada Pixar,  que se hizo famosa por la producción de la película Toy Story. Este éxito lo llevó a asociarce con Disney y volver nuevamente a Apple, en donde siguió cosechando éxitos con el iPod, el iPhone y la iPad.

Jobs en el discurso que más adelante comentaremos, señalo que en la vida lo importante es hacer lo que amamos, lo que nos gusta y nos hace felices, y me pongo a pensar que esta actitud, que en principio la ve  relacionada con el éxito, va más allá. Lo que realmente hizo fue trabajar en lo que realmente disfrutaba y para Jobs el disfrute estaba fuertemente vinculado a la creatividad; es decir, todos los días buscando algo nuevo o algo viejo que podía ser usado o transformado en algo distinto y novedoso. Pero hay algo adicional que me resulta evidente y es que su deseo de disfrute lo hizo trascender a sus creaciones; esto es, desde la Apple II hasta la iPad, buscó siempre entregar tecnología a toda la población, no necesariamente para fines laborales, productivos y demás, sino entregando herramientas versátiles, hermosas, livianas y con inmensas posibilidades de ser entretenidas.

La sociedad actual vive a una velocidad nunca vista y este ritmo ha producido en la gente la necesidad de mantenerlo en todo momento, incluso cuando no se está cumpliendo obligaciones laborales, de estudio o sociales. Cuando la velocidad disminuye aparece el fastidio y el aburrimiento.

No nos damos tiempo para el silencio, la paz, la calma, la reflexión ni para escuchar nuestras voces internas. Necesitamos en todo momento, una computadora, un black berry, un radio, la televisión encendida, la compañía de alguien, etc. A veces pienso que hay un deseo oculto de evasión. Antes se podía decir que nos evadíamos con la bebida, una droga o  el exceso de trabajo, pero ahora la oferta de evasión es infinita, complementada por todos esos aparatos electrónicos que, además de separarnos de nuestro mundo interior, nos invaden la intimidad, en todos sus aspectos.

Ahora me pregunto: ¿en esta vorágine en que vivo, puedo reflexionar válidamente acerca de que es lo que realmente quiero de esta vida? ¿No estaré siguiendo la corriente o el camino que transitan los demás?. ¿Cómo puedo permitirle a mi intuición darme pistas de ese camino con tanto ruido a mi alrededor?

Ésas son preguntas que cada quien, según su propio interés podrá responder….


En un discurso en la Universidad de Stanford, que ha circulado mucho por internet y se consigue en YouTube, refiriéndose a su experiencia a partir de que le  diagnosticaron un cáncer de páncreas, con relación al tema de la muerte,  dijo: “Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado; porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso, se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor forma de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón...." "Ahora les puedo decir esto con mas certeza. Cuando la muerte era un concepto útil, pero puramente intelectual: Nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí. Sin embargo, la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella, y así tiene que ser, porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo. Ahora mismo ustedes son lo nuevo, pero dentro de no demasiado tiempo, de forma gradual, os iréis convirtiendo en lo viejo, y seréis apartados. Su tiempo es limitado, así que no lo gasten viviendo la vida de otro. No se dejen atrapar por el dogma, que es vivir según los resultados del pensamiento de otros. No dejen que el ruido de las opiniones de los demás ahogue su propia voz interior. Y lo más importante, tengan el coraje de seguir a su corazón y su intuición. De algún modo ellos ya saben lo que quieren realmente ser. Todo lo demás es secundario.”

Jobs hace una apreciación acerca de la muerte muy acertada y ese proceso en el que hacemos descender la muerte de nuestra razón a nuestro vientre, permite que se nos aclaren confusiones y, como muy bien señala, en esa desnudez podremos ver claramente lo que es importante, dando paso a un nuevo apremio que nos empuja a aprovechar al máximo ese ratico que nos queda.

Lo que es realmente importante es que cada quien encuentre su camino, y caminarlo como lo piensa y siente, guiado además por su intuición; así tendremos mayores probabilidades de éxito. Nosotros tenemos nuestras propias respuestas y debemos encontrarlas en nuestro interior.

Sin embargo, la vida nos tiene deparados destinos distintos a cada quien y misiones diferentes de vida; algunos más afortunados que otros. También, a lo largo de la vida nos encontramos con  encrucijadas en las que podemos optar por hacer eso que amamos o aquello que constituye un deber. Por eso Jesús decía que el camino al cielo es estrecho y el del infierno amplio. Dejar atrás el deber nos puede hacer perder algo muy valioso, atentando en contra de nuestra felicidad y la de otras personas, o podemos perjudicar ideales que nos son más preciados que la propia vida. Al término de nuestro camino por este mundo, podríamos encontrarnos con un mal sabor por no haber dado un sentido válido o útil a nuestra existencia. Pero el deber requiere coraje y amor también, porque de lo contrario estaremos condenados al fracaso, a la frustración y por ende al resentimiento. Por esto, cuando optemos por cualquiera de los caminos que se nos presentan y los caminemos con valor, corazón y entusiasmo, encontraremos felicidad, incluso ante la adversidad y una satisfacción por lo alcanzado, aunque la muerte no nos deje llegar finalmente a la meta. Ya vendrán nuestro herederos o seguidores a completar la faena que emprendimos.