miércoles, 3 de noviembre de 2010

La Felicidad y la Inteligencia

La inteligencia es determinante para vivir en felicidad.
Recientemente se ha cuestionado el paradigma de la Inteligencia Racional y se le pretende substituir por un nuevo paradigma que es el de la Inteligencia Emocional. La primera requiere de las personas habilidades particulares en especial el Racionamiento Inductivo y el Deductivo, con los cuales se puede llegar a conocer “la verdad” de manera “objetiva” o lograr la “abstracción” o el uso de la lógica.
En contraposición se habla de la Inteligencia Emocional que algunos señalan como la capacidad de reconocer y controlar las propias emociones para lograr ser exitoso en el manejo de las relaciones que se nos presentan.
Como se señaló en la entrada “La felicidad vs el Dualismo”, esta separación aparente de estas dos competencias conspiran en contra de la unidad real en que funcionan nuestros cerebros, y esta visión olvida que en realidad manejamos tres cerebros en uno, los cuales ejercen su actividad independientemente, al mismo tiempo y también coordinadamente.
Como también se señaló el proceso de evolución cerebral de los humanos nos hace tener en la base del mismo el llamado Cerebro Reptil, que es el encargado de las funciones más primitivas, que lo llamamos así por haberlo heredado de nuestros ancestros reptiles y que se ocupa de nuestras actividades rutinarias o instintivas; se dedica a la acción y vive totalmente ubicado en el presente.
La evolución lo que hizo no fue sustituir a este cerebro porque el mismo garantiza la supervivencia de la especie, pero le superpuso otro cerebro llamado por algunos Límbico (común a los mamíferos), que entre otras cosas maneja toda nuestra realidad emocional, el amor, el odio, la depresión, también la memoria que nos permite traer el pasado al presente; no es que el anterior carezca de memoria, pero es una memoria instintiva como la que está vinculada a las fobias y los miedos.
Por último, el proceso evolutivo, reconociendo la importancia de los dos anteriores, superpuso un tercer cerebro y que es llamado Neocortex (común en los mamíferos superiores), que es la parte superior y externa del cerebro, que como señalamos nos hace seres racionales y permite el manejo del desarrollo social avanzado y por supuesto responsable del uso de la capacidad de análisis, síntesis , razonamiento analógico y el pensamiento crítico y analítico, además del manejo de pensamiento inductivo y deductivo, arriba mencionado. Este cerebro permite adelantarnos a los acontecimientos y nos permite planificar y visualizar el futuro y traerlo al presente, haciendo uso de las experiencias y conocimientos adquiridos en el pasado.
En este escenario la inteligencia, en sentido lato, debe entender esta trilogía que a veces se manifiesta de forma independiente, pero en la mayoría de las ocasiones lo hace coordinada o simultáneamente.
Es cierto que no podemos limitar la inteligencia a lo racional, porque en definitiva los sentimientos y las emociones están siempre presentes y muchas veces engañan a nuestro intelecto o lo confunden, así como nuestro aspecto instintivo y primario, pero también es cierto que requerimos reconocer nuestros sentimientos para poderlos controlar o moderar, para lo cual debemos racionalizarlos de alguna forma y poderlos proyectar hacia el futuro de manera efectiva.
Si fuéramos del todo racional, nos veríamos en graves problema en el manejo de las relaciones humanas, pero si fuéremos todo emociones, no seríamos capaces manejarlas de manera positiva. La verdadera inteligencia logra reconocer ese equilibrio sin olvidar que tiene en lo más profundo de sí un piloto automático (Cerebro Reptilineo), que debe también ser disciplinado y corregido para que nos ayude en los nuevos retos de supervivencia que se nos presentan en el mundo de hoy.
Siempre digo que en mis oraciones encomiendo a los que carecen de inteligencia, porque están expuesto demasiado al fracaso y se les hace difícil encontrarse con la felicidad y con el agravante de que no son capaces de entender el por qué de sus tropiezos, siendo incapaces de adquirir el valioso aprendizaje que las experiencias negativas nos dan.
Sin embargo, coincido con los que han sostenido recientemente que si bien la inteligencia tiene un elemento determinantemente genético o hereditario, la misma se desarrolla con una buena nutrición durante la infancia y con técnicas de aprendizaje, sin que la edad nos impida seguir reforzándola (eso sí con mayor lentitud que en la infancia).Cuando me refiero al aprendizaje no solo me refiero al racional, porque las emociones se aprenden y enriquecen con la vivencia.
Tenemos que entender que el cerebro capitaliza los aprendizajes mediante la creación de nuevas conexiones nerviosas y ese proceso es idéntico para adquirir la habilidad física que requiere un deporte como para el desarrollo de una habilidad intelectual o emocional. Este proceso de creación de conexiones no es instantáneo, requiere tiempo y por esto tenemos que entender que la constancia es nuestra mejor aliada para este fin.
Por todo lo dicho, la felicidad aunque resulta una experiencia Límbica, requiere del reconocimiento de la razón y el instinto y la necesidad contínua de aprender de las experiencias racionales y emocionales para que se haga realidad en nuestras vidas.