jueves, 30 de septiembre de 2010

La Felicidad y la Confrontación:

Aunque estemos separados por nuestros paradigmas y
formas de pensar, seguimos unidos por el amor.
La confrontación es deseable para el mantenimiento de un ambiente de Cultura de Paz, cuando se orienta a resolver una situación o producir un cambio positivo. Para que sea posible, debe existir el respecto de ciertas reglas o normas básicas de convivencia.

La Cultura de Paz asume la presencia de la confrontación, como natural de la convivencia y se debe aceptar la misma como deseable y positiva.

Los seres humanos hemos sido creados iguales salvo en lo que se refiere a la forma de actuar, pensar y de sentir.
 Por esto debemos partir del reconocimiento de esas diferencias, de su aceptación, mientras no atenten en contra de la convivencia social, actuando en lo que en cultura de paz se conoce como aceptación de la ”otredad” (tolerancia).

La confrontación se presenta cuando dos posiciones contrarias se ponen una enfrente de la otra y por tanto resulta importante que la misma sea resuelta. La resolución no implica que una posición se imponga sobre la otra; puede ser que una parte convenza a la otra, pero si no es posible, es válido que se mantenga la diferencia, logrando algunos consensos en otros aspectos sobre los que exista coincidencia, y en los términos de tolerancia que hemos señalado; en estos casos, el hecho de que se mantenga un canal de comunicación es suficiente para que la diferencia no se transforme en un conflicto grave. 

Evidentemente, para mantener un ambiente de Cultura de Paz, las partes deben disponer de herramientas de comunicación adecuadas, o como son llamadas también, competencias conversacionales (de las que haremos referencia más detallada en otra ocasión), que incluyen no solo una adecuada forma de expresión sino también una escucha activa; éstas habilidades o competencias deben estar aderezadas con la empatía (que según wikipedia es: “Es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.”).

Este capacidad empática se sustenta también en el respeto y la solidaridad, que son valores de Cultura de Paz .

Aquí resulta importante señalar que la capacidad de reclamar y lograr un resultado efectivo y constructivo, mantiene no solo el canal de comunicación y el respecto entre las personas, sino que permite mantener esa empatía o relación afectiva y la confianza necesarias para que las personas logren acuerdos o soluciones sino que les resulte valioso e importante hacerlo porque en el fondo se encuentra la necesidad de mantener el vínculo afectivo que las une. 

Cuando ese elemento afectivo de conexión, pertenencia, amor, solidaridad se resquebraja se pierde el interés y se vuelve indiferente para las personas que se rompa definitivamente la relación.

Como abogado me ha tocado ser testigo de divorcios que se resuelven como si se estuviera el lugar donde se va a pasar el próximo fin de semana, como algo totalmente vanal y sin importancia, como si se echara a la basura unas flores que se secaron en un jarrón......

La disposición para poner sobre la mesa asuntos conflictivos con miras a su resolución y el manejo de las señaladas competencias tiene una importancia fundamental en nuestras vidas, al permitirnos tener relaciones interpersonales más fluidas y extensible también a relaciones grupales que incluyen la familia, el vecindario, la sociedad, el país y trasciende a las relaciones internacionales a nivel planetario. Esta disposición es uno de los elementos identificatorios de la presencia de la inteligencia emocional en las personas.

En estos días hemos visto como una elección y más cuando cuenta con una asistencia nutrida, ha demostrado ser un mecanismo válido para dirimir diferencias o como una forma de poner en evidencia que existe un conflicto sobre la mesa que debemos resolver.

Para muchos la situación de conflicto resulta tan desagradable que tratan de evitarla a toda costa, pero esto trae en muchas circunstancias una acumulación de agravios y resentimientos que pueden dar lugar reacciones tan violentas y descontroladas como una guerra. 

Por el contrario, la resolución de un conflicto trae satisfacciones a los que la logran. Es como dicen algunas parejas: “lo mejor de una pelea es la reconciliación”. Aquí se requiere el valor para plantear el reclamo (expresado adecuadamente) para establecer la situación de conflicto y de allí buscar una solución, convenida, concertada o en todo caso asumir que la situación no tiene remedio y actuar en consecuencia.

Saber manejar el reclamo y el conflicto con una clara voluntad de crear cada día un mundo mejor es indispensable para una auténtica vivencia de la felicidad en un marco de Cultura de Paz..