miércoles, 22 de septiembre de 2010

La Felicidad vs la Quejadera

A pesar de su discapacidad,
sabe disfrutar del momento
Es importante disponer de una adecuada actitud para poder vivir en felicidad.

Una de las actitudes contrarias a dicho objetivo es la de quejarse de todo lo que pasa y lo que nos rodea.

A veces esta actitud se debe a que tenemos una apreciación sublimada de nosotros mismos y pensamos que sólo lo que hacemos o somos es realmente perfecto, en contradicción a la imperfección que nos rodea; o que nuestra forma de pensar o de actuar la vemos como la única y válida, rechazando cualquier forma distinta de hacer y de pensar.

Puede ser que veamos, o creamos ver, en otras partes o en otros tiempos bondades que no vemos en el hoy y en el ahora. También puede deberse a que nos hemos quedado atados a un recuerdo o situación del pasado, relacionándolo con momentos felices o que percibíamos como perfectos y que pretendemos extrapolarlos, libres de negatividad alguna, al presente; o en última instancia, porque proyectamos nuestras frustraciones, tristezas o contrariedades hacia todo lo que nos rodea.

No pretendemos negar la existencia de la insatisfacción frente a lo que sucede a nuestro alrededor, pero afirmamos que la actitud ante tal disconformidad no puede limitarse a un simple comentario negativo, sino a una actitud positiva dirigida a mejorara la la realidad.

La tercera ley de la termodinamia nos enseña que todo en el universo tiende al desorden; por otra parte el orden requiere un gran consumo de energía; en esta circunstancia debemos ser actores entusiastas del avance y mejoramiento de las cosas y no pasivos observadores y cronistas perniciosos del deterioro natural.

Esto nos pone en la posición de dejar de dedicarnos a asignar culpas a otros o a las circunstancias, a eso que sucede o nos sucede vinculado con el entorno (personas y ambiente) que consideramos negativo o desfavorable, sino que asumamos nuestra propia responsabilidad, en el sentido de usar nuestro esfuerzo de manera programada y estratégica para influir en ese entorno para mejorarlo, siempre con una visión positiva de los aspectos favorables que también existen en esa realidad. 

Esto nos pide que nos evaluemos como observadores de la realidad, porque élla es en gran parte como la percibimos. Si la actitud es prejuiciada o negativa "ad initio" nuestra percepción también lo va a ser.

Tampoco debemos asumir una actitud titánica, en el sentido de que pensemos que todo lo que nos rodea podemos cambiarlo, sino que aceptemos que hay cosas que no están en nuestras manos cambiarlas o que requieren que sumemos voluntades con otros, lo cual exige que apoyemos a esos otros o lideremos un proceso de cambio para actuar en la medida de nuestras posibilidades, por una parte y por la otra, ser protagonistas de cambios que están en nuestras manos personalmente.

Muchas veces la queja no es más que la manifestación de la omisión de un reclamo productivo, que es aquel que hecho de forma adecuada (educada) y por ante la persona con suficiente poder o autoridad para resolverla, puede lograr el resultado deseado.

Un reclamo que no esté dirigido al logro de tal objetivo, resulta negativo e inútil y sería mejor omitirlo.

Cuando nuestra actitud está orientada a la queja, debemos evaluarnos con preocupación porque al no ser capaces de encontrar la belleza y virtudes de las circunstancias y personas que nos toca vivir o cruzarnos en nuestro camino, tendremos un claro signo de alejamiento del camino de felicidad que nos toca vivir.