miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los arcángeles en el mundo moderno


San Rafael Arcangel por Iconarts.com
Desde hace tres años he tenido en mente escribir acerca del tema de los arcángeles, cuya devoción o búsqueda de su protección se ha vuelto cada vez mas común entre la gente. En una entrada anterior, comenté lo que consideré una intervención de un arcángel, pero este caso es mucho mas impresionante.

Antes de adentrarme en este tema, hago la siguiente aclaratoria: hay eventos que sólo pueden se atribuidos a los seres humanos; por el contrario, existen otros que somos incapaces de explicarlos; pueden ser atribuidos a nuestra ignorancia o a designios desconocidos (o designios de Dios).

Lo que voy a relatar lo atribuyo a Dios, según mi fe, y mi participación fue de testigo circunstancial y principalmente como vocero de mensajes que no surgieron de mi propia iniciativa. Por esta razón agradezco a Dios todopoderoso por habernos usado, a todos los que participamos en estos hechos, como instrumentos de su sabiduría infinita. Usted es libre de juzgarlo según piense o crea. La historia es como sigue:

Tenía poco tiempo de conocer a T—los nombres me los reservo por la discreción que estimo necesaria— y por tanto no conocía gran cosa de ella, de su familia y circunstancias. Ella es una mujer joven y agraciada de treinta y tantos años, inteligente y con los modos de una ejecutiva de los tiempos modernos, casada con S, un ejecutivo joven y exitoso. En una oportunidad me contó que tenía grandes deseos de tener un hijo, decisión que había diferido por muchos años a la espera de obtener grados académicos a los que ambos aspiraban y a una holgada situación económica que les permitiera una vivienda propia y acorde para levantar una familia, y que en ese momento estaba buscando que ese sueño se hiciera realidad.

Tiempo después, y visto que no salía embarazada, fue al medico ginecológico y ella misma relata: “La historia médica comienza con mi ginecólogo, quien me manda a hacer los exámenes de tiroides. Viendo los resultados alterados, me remite a 'uno de los mejores médicos endocrinólogos de (una clínica de Caracas)'. El Dr. A., el referido médico, vio mis exámenes, me palpó la tiroides y cinco minutos después me despachó de su consulta, diciéndome que no tenía nada relevante. Me mandó a tomar una pastilla cuyo nombre no recuerdo, la cual aparentemente contribuyó a que un tumor tiroideo que tenía creciera más rápidamente...

"Cuando le comenté lo que me había pasado a una íntima amiga que sufre de la tiroides y vive en los EEUU (ángel N° 1), me dijo: 'No puedo creer que el médico te haya despachado en 5 minutos y no te haya mandado a hacer un ecosonograma. Ese tema requiere mayor atención, te voy a hacer una cita con mi doctora en Caracas'. (Creo que ella no confiaba en que yo iba a hacer la cita, puesto que me estaba sintiendo bien). Me llamó a las dos horas y me dijo: 'Mi doctora te espera el viernes'. Por no hacerle un desprecio a mi amiga, fui y me topé con una doctora mayor, quien se demoró conmigo casi una hora. Te juro que me revisó hasta las uñas de los pies, me palpó la tiroides y sintió un nodulito y me mandó a hacer el ecosonograma. El resultado del examen mostró un nódulo de casi un centímetro de diámetro, y allí me ordenaron la punción para biopsia.

"El día que tenía la punción fue el día de la marcha del 7 de diciembre de 2007. Me hice la punción y el 13 de diciembre me dieron los resultados: 'muy probablemente el tumor era maligno'. La recomendación fue la de extirpar la tiroides completa con todo y tumor".

Continúa señalando: “Vista la experiencia, antes de decidir quién me iría a operar, me dediqué a buscar cirujanos de glándulas-oncólogos. Como mi mayor preocupación era el tema de la fertilidad, a todos le preguntaba lo mismo: 'Voy a poder tener hijos?' Uno de esos doctores me dijo que probablemente sería complicado, porque la tiroides incide directamente en el proceso de concepción y mantenimiento del embrión, y se entiende que si concibes, el embarazo es de alto riesgo. Otro médico me dijo que el problema era la cantidad de radiación que eventualmente recibiría. En ese punto era imposible afirmar si recibiría radiación o no".

Me enteré de esta situación unos días antes de la operación, la cual estaba programada para el día martes siguiente. Había estado buscando la manera de decirle a T que yo podía imponerle las manos antes de la operación, ya que en experiencias anteriores los pacientes tenían un post operatorio menos traumático y una recuperación mas rápida. El lunes antes de la operación, tenía pautado un viaje a Guanare y si me iba, perdería la última oportunidad de tocarle el tema. El domingo anterior estuve todo el día pensando en esto y en la noche tomé la decisión de aplazar mi viaje. A la mañana siguiente, llegué al edificio de la oficina y, al entrar al lugar de los ascensores en el sótano, me la encontré de frente; no había nadie más. Me miró a los ojos, rompió a llorar y me abrazó desconsolada. Cuando se calmó, le pude preguntar qué era lo que le pasaba y dijo: "Hablé con el cirujano, quien me comunicó que luego de la operación tenía que someterme a una terapia radiactiva y que lo más probable era que no pudiera concebir un bebé. Por último, a modo de consuelo, me dijo que me podía someter a tratamientos de fertilidad pasado todo el tratamiento radiológico y, en todo caso, siempre existía la posibilidad de adoptar". (Tal como ella, lo relato ut supra). En ese momento, le dije que podía ayudarla imponiéndoles las manos, con lo cual la prepararía para la operación, y que era posible que pudiera darle un pronóstico del resultado de su tratamiento. Subimos a la oficina y le impuse las manos.

Al terminar, le dije que la operación iba a ser un éxito y que se iba a recuperar totalmente, que su médico era un imbécil, porque aun en el caso de que el pronóstico normal en estos casos pudiera ser que la mujer perdiera la posibilidad de salir embarazada, nunca ha debido decirlo antes de la operación. También le señalé que el pronóstico medico no se iba a cumplir, porque estaba seguro de que ella iba a tener un hijo.

Le dije que, antes de operarla, la veía en una camilla, con sólo una batica de papel, esperando un largo rato por el quirófano y pasando frío, y que en ese momento ella debía estar en oración. Le señalé que ella debía rezar su oración, la que le debía ser entregada por alguien de gran espiritualidad, y que yo no era la persona adecuada para dársela.

Como la vi todavía muy angustiada, le conté que yo creía que, si una persona pedía ayuda con fe, se le podía presentar alguien inesperado, que le daría la respuesta que estaba buscando para calmar su angustia, y que yo estaba convencido de que era San Rafael Arcángel hablando a través de un ser humano. Le comenté de una experiencia personal que había vivido en tal sentido. Terminada la sesión, ella decidió irse de la oficina.

Hora y media después me llamo por teléfono y me contó lo siguiente:

"Como estaba angustiada, y para tranquilizarme, me fui a la peluquería. Soy de esas personas que no me pongo a conversar con nadie en la peluquería. De repente entró un hombre con traje y corbata y se me acercó para decirme: 'Me permite decirle algo?' Yo le dije que sí y me dijo: 'Usted brilla y luce esplendorosa'. Le di las gracias y le dije que me daba ánimo en un momento en que estaba muy preocupada, porque el día siguiente me iba a operar. El señor me dijo: 'No se preocupe. Todo va a salir muy bien, mire que los tiempos de Dios son perfectos'. A renglón seguido saco de un bolsillo una bolsita de papel marrón como la que te dan en una ferretería y escribió en ella una oración que comenzaba diciendo: 'Los tiempos de Dios son perfectos…' Me dijo: 'Ésta es una oración para usted'. Luego de esto se retiró de la peluquería".

Ese mismo día llamé a JV quien es una persona muy devota y espiritual y que participa en grupos de oración en varios países y que siempre esta a la orden para poner en oración a quien puede necesitarlo. Yo le expliqué el caso y me dijo que, al ser una enfermedad grave, debía protegerme mucho y además me dijo que leyera el libro de Tobías (del viejo testamento).

Vino la operación y el resultado fue que además de extraerle la tiroides tuvieron que revisar 3 cadenas de ganglios. Diagnosticaron un carcinoma  y consiguieron metástasis en dos ganglios, porque el tumor había comenzado su avance hacia el sistema linfático.

Prosigue la parte de su relato: “Cuando desperté de la operación en el área de recuperación, tenía a mi cirujano al lado. Me explicó que me habían extirpado la tiroides y los ganglios, que la operación había sido delicada y me pidió que hablara para confirmar que no se hubiesen lesionado las cuerdas vocales. Yo no quería porque me veía las sondas y una bolsita llena de sangre guindando de la garganta. Él insistía y me decía: 'Necesito que hables, necesito que hables. No te asustes si te duele o hablas muy ronco porque eso es normal'. Finalmente, me decidí y le dije: 'Lo único que me duele es el estómago porque tengo hambre. ¡Quiero una hamburguesa! Él se echó a reír y me dijo, con emoción y con alivio: '¡No te cambió la voz! No te duele la garganta!'

"En la noche, como tres horas después, el doctor subió a chequearme a la habitación y a ponerme una dieta líquida, que es lo que normalmente se recomienda los primeros días. Yo estaba hablando y hablando como una loca y, cuando el me explicó lo de la dieta, yo le dije: 'Lo siento; a mí no me duele nada. Quiero una hamburguesa', y se echó a reír y mandó a que me sirvieran mi hamburguesa".

Después de la operación, comenzaron los problemas derivados de la falta de tiroxina en el organismo, pero el tratamiento posterior exigía mantenerme sin la hormona. Quedamos en que la iba a ayudar en el proceso posterior y una noche, días antes del tratamiento radiológico, me puse a leer el libro de Tobías. En días posteriores T me explico el tratamiento radiológico: "El iodo se importa de Holanda, y es una pastilla radiactiva suspendida en una 'lata' de plomo. Hay que encerrar al paciente solo en su casa, para que ingiera la totalidad del iodo radiactivo y esperar tres días antes de que pueda tener contacto con otra persona. La lógica del tratamiento es que las únicas células del cuerpo que absorben iodo son las de la tiroides y, si el tumor es de origen tiroideo, las células del mismo también son ávidas de iodo. Al absorber este iodo, se queman totalmente los remanentes de tiroides que pudieren quedar y las células cancerígenas, no importa en que lugar del cuerpo se encuentren como producto de la metástasis. Por esta razón, este tipo de cáncer suele tener muy buenos pronósticos".

Cuando me explicó todo esto, le conté de mi conversión con JV y especialmente en cuanto a la lectura del libro de Tobías, y que lo que me estaba contando tenía un paralelismo muy grande con la historia bíblica y que, si ese paralelismo era correcto, mi interpretación era que el tratamiento iba a salir muy bien y que ella iba a poder engendrar hasta 7 hijos si así lo quisiera.

Hablé con T y S y les dije que había que hacer lo siguiente: durante los tres días de tratamiento debían estar ambos en oración y el iodo radiactivo quemaría todas y cada una de la células cancerígenas. Le impuse las manos y le dije que sentía que el hígado iba a sufrir mucho con el tratamiento. T me replicó que el médico le había dicho que el iodo se eliminaría a través de los riñones, y que en todo caso serían estos órganos los afectados (según ella). Cuando recibió el tratamiento, el mismo fue tan fuerte que le produjo una extraña reacción alérgica que hizo que se le hinchara enormemente todo el cuello y la cara. Le dolían mucho los ojos y no toleraba las proteínas, al punto que, al segundo día, debió ir de forma ambulatoria (en observación por el día) a la clínica. Durante estos tres días ellos se mantuvieron en oración.

Posteriormente al tratamiento, comenzaron los problemas hepáticos que no fueron de gravedad, pero que no le permitían tolerar ningún alimento grasoso. Mi explicación fue que todas las toxinas que se generaron por la destrucción de las células tiroideas o de origen tiroideo, terminaron en el hígado, y éste requirió de más de un año para recuperarse. Después de este tratamiento comenzó todo el proceso de ajuste a los suplementos de tiroxina, para llevarla a niveles normales. Luego de seis meses, y de todos los exámenes metabólicos y de despistaje de células malignas, la dieron de alta.

En la primera ovulación luego del alta, T salió embarazada. (Los médicos estimaban que podía comenzar a buscar el embarazo después de un año del alta). A este respecto, T agrega: “Los médicos que me habían dicho que difícilmente, por no decir casi imposible, pudiera quedar embarazada, se preocuparon por la salud del bebé y el tema de la radiación. Los americanos contraindican buscar bebés durante el primer año de la radiación y los europeos durante los seis meses posteriores. Yo tenía justamente recién cumplidos los seis meses posteriores a la radiación, y tuvimos que hacer una especie de consejo médico de gineco-obstetra, endocrinólogo y médico nuclear, para ver cuáles serían los riesgos y las previsiones que tomaríamos durante el embarazo".

Para hacer el cuento largo corto, se hizo la amniocentesis y resultó totalmente normal. Dio a luz por cesárea (por precaución) y luego de dos años, su hijo es un varón travieso, sano y celoso de su hermanito de tan sólo cinco meses.

En la próxima entrada, relataré el análisis que realicé a la lectura del libro de Tobías, el paralelismo con los hechos relatados, las predicciones que surgieron a partir de su interpretación y, a poco más de tres años de estos hechos, cómo se han ido cumpliendo.